PROPIOCEPCIÓN Y RELACIONES SOCIALES. Un estudio de crianza en Sri Lanka. Javier Estrada Campayo

 

Uno de nuestros sentidos más importantes es la propiocepción. Este sentido nos informa de la posición de nuestro cuerpo en el espacio y nos permite captar las sensaciones internas de nuestros músculos, tendones y articulaciones. Pero su papel no se limita únicamente al plano físico sino que tiene también gran incidencia en los aspectos sociales y relacionales.

 

Una buena propiocepción no solo nos ayuda a conocer y mover mejor nuestro cuerpo sino a establecer unas buenas relaciones interpersonales, encontrando un buen ajuste entre la proximidad y distancia hacia los otros. La propiocepción es clave para saber respetar tanto el espacio interpersonal que necesitan los demás como el que nosotros necesitamos.
En nuestra práctica clínica encontramos que existe una alta correlación entre la falta de desarrollo del sentido propioceptivo y las alteraciones en el contacto físico o las relaciones sociales. Cuando dicho sentido no ha madurado convenientemente se pueden observar dos tipos de reacciones contrapuestas:

 

1) Búsqueda continua y compulsiva del contacto, a veces de forma brusca, con invasión del espacio interpersonal de los demás o falta de conocimiento de los límites corporales propios y ajenos.

2) Necesidad de un espacio de seguridad muy amplio y rechazo al contacto físico, que dificultaría la cercanía hacia los demás.

 

Cuando años atrás visitamos La India aprendimos de cerca una de sus grandes joyas culturales: El masaje Shantala, una terapéutica técnica milenaria de origen hindú que proporciona importantes beneficios para el desarrollo y bienestar físico y psíquico del bebé, al tiempo que potencia el vínculo entre éste y la madre.

 

El masaje Shantala combina presiones, estiramientos y torsiones en los diferentes tramos del cuerpo y contribuye notablemente a desarrollar la propiocepción desde la primera infancia. Por ello, tomamos la esencia de este tipo de masaje para incorporar nuevos movimientos con los que enriquecer nuestras terapias de estimulación sensorial, en especial para la integración del sentido propioceptivo.

 

En nuestro reciente viaje a Sri Lanka viajamos ansiosos por descubrir nuevos elementos con los que mejorar nuestras técnicas de estimulación terapéutica. El carácter afable de las gentes de Sri Lanka, el buen control y conocimiento que tienen de su cuerpo y el fabuloso modo en que se relacionan, nos hizo buscar aquellos factores que les ayuda a integrar y consolidar el sistema propioceptivo de los niños desde el nacimiento. Y así fue como nos pusimos a investigar…

 

En esta ocasión, en contra de lo que creíamos, no descubrimos ninguna técnica corporal especial, que ayudará a mejorar su propiocepción. Sin embargo, encontramos, entre otros, un aspecto inesperado que contribuye a mejorar la maduración del sistema propioceptivo.

 

EL PODER DEL CONTACTO

En Sri Lanka, el contacto de los adultos hacia los niños es continuo mediante un intenso “piel con piel” no solo físico sino también, y principalmente, emocional.
Los padres están muy pendientes de sus hijos, tanto físicamente (les cogen de la mano, en brazos, les sientan sobre sus regazos), como emocionalmente (les miran con cariño, están muy atentos a sus necesidades y generan un ambiente constante de presencia, cuidado y protección hasta incluso, en algunos casos, bien entrada la adolescencia). No les fuerzan a “ser mayores” antes de tiempo ni a crecer más deprisa de lo que pueden.
Todo ello, además, no desde la sobreprotección por miedo manifiesto hacia su seguridad sino desde la calma y confianza en que lo que hacen es bueno para ellos. Este matiz en la actitud con la que hacen las cosas es, desde nuestra opinión, la clave que marca la diferencia entre la sobreprotección que incapacita o genera dependencia y la protección positiva que impulsa a crecer.

 

Estos dos tipos de contacto que aquí aparecen combinados (físico y emocional) es lo que Donald Woods Winnicott célebre pediatra, psiquiatra y psicoanalista inglés, denominó como “Holding” y “Handling”.

 

El “Holding” corresponde a la función de sostén emocional de un bebé. Es el arte de relacionarse positivamente con él de un modo adecuado, apaciguador y seguro para él; de convertirse en un punto de apoyo sobre el que pueda construirse a sí mismo.

 

El “Handling”, por su parte, corresponde al modo en que se sostiene y manipula físicamente al bebé. Consiste en el modo de proporcionarle un contacto que facilite la experiencia de descubrimiento y funcionamiento de su cuerpo; un punto de apoyo físico que favorezca su coordinación y seguridad en sus habilidades corporales.

Nuestra experiencia en Sri Lanka nos ha mostrado cómo sus gentes combinan y aplican de forma intuitiva estos dos importantes conceptos durante el contacto con sus hijos, mejorando así su propiocepción desde los dos planos descritos: el físico y el emocional. El resultado de esta forma de crianza son niños y adultos seguros de sí mismos, empáticos, cariñosos, con unas excepcionales cualidades relacionales y firmemente conectados con su cuerpo y su niño interior. En resumen, son niños y adultos felices, y así lo transmiten con sus contagiosas sonrisas, las cuales son, sin duda alguna, el mayor patrimonio de este fascinante país.

 

Javier Estrada Campayo

Director de RAYCES Psicólogos

Psicólogo