Todos conocemos la importancia de acariciar, masajear y estimular el cuerpo de un bebé como actividades beneficiosas para su desarrollo. Sin embargo, hay una parte de su anatomía a la que no se suele dar la relevancia que merece y, en consecuencia, se la estimula menos de lo que sería necesario. Nos referimos a los pies, los grandes olvidados.
Durante los primeros meses de vida, los pies de los bebés tienen una gran sensibilidad. Con ellos pueden percibir los estímulos incluso más eficazmente que con las manos siendo, por tanto, una importantísima vía para recabar información de su entorno.
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